Con más de un millón de especies, y algunos más antiguos que los dinosaurios, son el grupo de animales más prolífico y abundante del planeta Tierra dentro del Filo de los Artrópodos. Miremos donde miremos, allí están, en forma de mancha “asquerosa” que adorna el parabrisas de nuestro coche, o de la bella mariposa Macao que va libando de flor en flor su preciado y dulce néctar.
Hasta la fecha, sus ciclos se han
visto regulados por biorritmos climáticos, marcando sus periodos de
reproducción y expansión con otros de letargo e hibernación. Pero todo eso,
desafortunadamente, va a cambiar…El cambio climático, el aumento de la
temperatura global, los cambios de ciclos meteorológicos, eventos con “el Niño
o la Niña” del océano Pacífico ecuatorial, no han sino favorecer las condiciones
ideales para estas pequeñas “ánimas” proliferen sin control o regulación sobre
todo en el hemisferio norte. El cambio climático está
alterando los patrones climáticos a nivel mundial, lo que a su vez está
afectando a las poblaciones de insectos.
Ya
se ha demostrado sobradamente la resistencia de los seres vivos ante eventos adversos
meteorológicos, ambientales e inclusos nucleares, difícilmente imaginables para
ningún otro ser en la Tierra (excepto algunas bacterias, virus o algunos tan
especiales como los tartígrados) ¿Sabéis cuánto dura una Cucaracha sin
cabeza? Hasta 8 días y porque muere de hambre. Pero también los hay resistentes
a altas dosis de radiaciones ionizantes, aún no siendo insectos, pero sí
artrópodos, como los Escorpiones encontrados en los desierto de Nevada en
EE.UU cuando realizaban pruebas nucleares entre 1950 hasta ya entrado los 90 o Arañas
que viven, o más bien sobreviven milagrosamente, a 4.000 metros de altitud.
La Chicharrita es capaz de saltar 70 cm y
para hacerlo es capaz de acelerar 4.000 m/s y superar la fuerza G en más
de 414 veces su propio peso. Pero de todos estos magníficos de
superresistencia, el más asombroso es uno que vivió hace 410 millones de
años y que ha sobrevivido a 4 de las 5 extinciones masivas que la Tierra ha
sufrido. Se llama Rhyniognatha hirsti (abajo en la imagen) y es el insecto antiguo más
antiguo conocido.Fue hallado en el yacimiento de Rhynie Chert (Escocia) en
1919, aunque no fue hasta hace poco más de 20 años, en 2004, cuando se
estableció su relación con los insectos modernos.
El aumento de las temperaturas, no sólo permitirá bañarnos en la playa en pleno mes de Marzo o Abril, o de estar en mangas cortas todo el año. El desastre biológico y ecológico que se avecina en el horizonte si no llegamos a reducir el aumento global de las temperaturas, será de proporciones aún por conocer. Hasta ahora, la Biodiversidad ha sido la gran protectora de la especie humana, algo que no hemos sabido valorar, pero que con el tiempo nos daremos cuenta de su importancia crítica. Ha pasado de ser nuestro escudo protector a un salvavidas que pierde presión por momentos. A lo largo de sus 3.800 millones de años, y 5 extinciones masivas, algunas de ellas donde desaparecieron el 90% de las especies de seres vivos, la vida en la Tierra se abrió siempre camino ¿Será la sexta extinción la del Homo sapiens sapiens?. Sin biodiversidad, la vida de los hombres sería imposible y es este equilibrio que estamos obligados a mantener por nuestro bien, por nuestra supervivencia, ya que con nosotros o sin nosotros todo seguirá…
Nos enfrentamos a un reto
climático mayúsculo, donde las estaciones del año que conocemos como tal, por
ejemplo, la de la Península Ibérica, parecen diluirse en una balsa y romper esa
estacionalidad, quedando como resultado dos escenarios posibles:
- Una Primavera que fagocita a su predecesor el Invierno. Por darle un toque de creatividad a esta estación la llamaremos Primavierno y comprendería los meses desde Diciembre a Mayo.
- Un Verano que engulle al Otoño. Esta palabra que unifica estas dos estaciones ya está inventada, Veroño, y comprendería los meses de Junio hasta Noviembre.
Parece broma, o quizás no sea tan
atrevido al vaticinar este cambio estacional. Creo que este será el futuro al
que deberemos adaptarnos, al menos, aquí.
Existe ya un modelo que anticipa
una bi-estacionalidad, aunque los efectos sobre la fauna y flora aún están por ver. Y aquí
es donde entran estos seres diminutos de los que llevo hablando desde el
principio ¿Qué pasaría si los insectos
no mueren y se reproducen durante todo el año? Su fisiología tolera mejor
el calor que el frío y este escenario les haría tomar músculo y una ventaja
evolutiva ante los cambios que se avecinan.
1. Aumento del metabolismo. Las temperaturas elevadas aceleran el metabolismo de los
insectos, lo que implica un mayor consumo de energía y recursos. Esto puede traducirse en un aumento de la voracidad, búsqueda
de nuevos hábitats con mayor disponibilidad de alimento, expansión de las zonas
de distribución de algunas especies o el aumento de la competencia entre
especies.
2. Alteración de los ciclos de vida. El aumento de las temperaturas puede afectar significativamente los ciclos de vida de los insectos, como la diapausa (estado de latencia) o la hibernación y esto puede desfasar las interacciones con sus plantas hospedadoras, la depredación, la reproducción, la supervivencia y su la dinámica poblacional. La mayoría de los insectos tienen una tasa de reproducción alta. Las colonias de hormigas y termitas pueden crecer rápidamente, y las poblaciones de mosquitos y moscas se multiplican en cuestión de semanas. Esta capacidad de reproducción masiva podría permitirles superar a otras especies en número.
3. Cambios en las
interacciones ecológicas. El cambio
climático está alterando las relaciones entre diferentes especies de insectos:
Polinizadores y plantas, depredadores y presas, especies competidoras.
Estas modificaciones o
alteraciones debidas al aumento de la temperatura pueden tener un impacto
significativo en la estructura, el funcionamiento y la resiliencia de los
ecosistemas de todo el planeta.
Pero el impacto más importante que pueda llegar a tener la proliferación desmedida de insectos a nivel mundial, o incluso local, y que afecta directamente a la Humanidad, no es ya que hordas de langostas exacerbadas arrasen con campos de cultivos y afecten al rendimiento de las cosechas y, por ende, a la alimentación humana, la disminución de la cantidad y la calidad de los alimentos y el aumento de los precios de los alimentos. Lo que realmente nos debe preocupar sería una abundancia desmedida de esos diminutos intrusos que, sobre todo en la época estival, taladran indiscriminadamente nuestra epidermis para extraernos ese dulce néctar de color rojo que para ellos es la sangre humana. A estas alturas seguramente ya habrás averiguado quienes son esos vampiros articulados que, en oscuridad y alevosía, colonizan la superficie de nuestros cuerpos, sobre todo, cuando estamos durmiendo: los Mosquitos. La proliferación de mosquitos provocaría automáticamente el aumento del riesgo de enfermedades transmitidas por estos. El aumento de las poblaciones de mosquitos y otros insectos vectores puede aumentar la incidencia de enfermedades el Dengue, la Malaria , la Chikungunya, el Zika, la Fiebre Amarilla, el Virus de Nilo Occidental. Quédate con estos nombres porque, aunque ahora parezcan lejanos cuando nos hablan de ellos en las noticias, en un futuro próximo ya no nos serán tan desconocidos. Esto tendría graves consecuencias para la salud pública, la economía y el desarrollo social.
El cambio climático interactúa con otros factores que afectan a las plagas de insectos, como la resistencia a los insecticidas, plaguicidas y la globalización. La resistencia a los insecticidas es un problema creciente que puede dificultar el control de insectos y no parece a la larga que sea el método más efectivo para controlar las poblaciones de los mismos, ya que el “envenenamiento” progresivo al que se está sometiendo los campos de cultivo son perjudiciales para la salud humana. La globalización facilita la propagación de las plagas de insectos a nuevas áreas. Se necesita más investigación, más exhaustiva y dinámica para comprender mejor cómo el cambio climático está afectando a las plagas de insectos. Las medidas e investigaciones para abordar el aumento de plagas a nivel mundial debido al cambio climático incluyen tanto estrategias preventivas como correctivas. Aquí te detallo algunas:
- Monitoreo climático y de plagas: Implementar sistemas de monitoreo para
predecir brotes de plagas basados en patrones climáticos.
- Mejora genética de cultivos: Desarrollar variedades de cultivos más
resistentes a las plagas y enfermedades.
- Biodiversidad agrícola: Fomentar la diversidad de especies en los
cultivos para reducir la vulnerabilidad a las plagas.
- Manejo del paisaje: Crear barreras naturales y hábitats para
enemigos naturales de las plagas.
- Control biológico: Utilizar enemigos naturales o
controladores biológicos para reducir las poblaciones de insectos.
- Uso responsable de pesticidas y plaguicida: Aplicar pesticidas y plaguicidas de manera
selectiva y en combinación con otras prácticas de manejo integrado.
- Capacitación y educación: Educar a los agricultores sobre prácticas
sostenibles y seguras para el manejo de plagas.
- Cooperación internacional: Trabajar conjuntamente entre países para
controlar la propagación transfronteriza de plagas.
Por otra parte, incluir en nuestra dieta el consumo de insectos podría ser una de las cartas a jugar en nuestro favor y funcionaría a su vez como medida preventiva. Somos ya 8.000 millones de bocas que alimentar en este planeta y las proyecciones de Naciones Unidas es que en 2050 seamos 10.000 millones. El consumo de insectos y otros “bichos” no un tema novedoso, de hecho, el consumo de insectos por parte de la especie humana tiene una historia milenaria. Se sabe que diversas culturas alrededor del mundo han practicado la entomofagia, desde hace miles de años. Por ejemplo, en la China antigua, se documenta el consumo de insectos hace más de 3.000 años , donde los emperadores disfrutaban de los platillos con gusanos de seda, grillos y escarabajos. En México, desde tiempos prehispánicos, los insectos como los chapulines y los gusanos han sido consumidos y valorados por su sabor y valor nutricional.
Su valor nutricional es incontestable. La entomofagia sigue siendo una práctica común en muchas partes del mundo, especialmente en regiones de Asia, África y América Latina, y complementa la dieta de aproximadamente 2.000 millones de personas en la actualidad. En Europa, desde hace unos años atrás, ha surgido una especie de “boom entomológico” y el desarrollo y la innovación de empresas biotecnológicas dedicadas a la cría y el cultivo está en auge. Sin ir más lejos, España cuenta ya con 37 explotaciones o fábricas de insectos registradas y en Salamanca se está construyendo la que será la mayor de toda Europa. Estos pequeños seres vivos ofrecen un gran potencial para la producción de diversos productos desde la alimentación humana y animal, biofertilizantes, biomateriales hasta biocombustibles. Entre sus ventajas es que son una fuente de recursos sostenible y respetuosa con el medio ambiente, son eficientes en la conversión de alimentos en biomasa y requieren menos recursos que la producción ganadera tradicional.
Las plagas de insectos ya son una amenaza importante para la agricultura, la silvicultura y la salud humana por el efecto de acumulado de las temperaturas y por el cambio climático. En un futuro no muy lejano, los insectos podrían convertirse en los amos del mundo. Aunque parezca una idea descabellada y sacada de una película de ciencia ficción (o como la imagen generada con la tecnología de IA de DALL-E 3 de más abajo), hay evidencias que sugieren que estos pequeños seres podrían desempeñar un papel crucial en la supervivencia del planeta y, en última estancia, en la dominación global.
Y tú que piensa ¿Nos comerán o seremos nosotros los que nos los comamos? Quién
sabe, pero ahí os dejo esta cuestión para que la consultéis con la almohada.
©Emilio J. Orovengua
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