Alcanzar la equidad en un mundo limitado implica cambios drásticos en el estilo de vida de las clases más acomodadas, así como en los modelos de desarrollo de los países pobres. Culpar a las personas más pobres del planeta por la crisis global del medio ambiente, mientras se ignora el coste del consumo excesivo de las clases medias del mundo, es una enorme injusticia.
Cuando hablamos del impacto del ser humano en la crisis medioambiental, muchos piensan automáticamente en las altas tasas de natalidad de los países en desarrollo o en las malas prácticas de los colectivos vulnerables con respecto a la explotación del medio ambiente para su supervivencia. Raramente cuestionamos el consumo excesivo de los países desarrollados, que es realidad la principal causa del cambio climático y de otras crisis ambientales globales.
“Se trata de un error peligroso, ya que desvía nuestra atención del verdadero foco del problema: si no frenamos el consumo descontrolado de las clases medias y altas del mundo, transformando sus economías para que sean verdaderamente sostenibles y justas, este consumo excesivo agotará el planeta a un ritmo vertiginoso” indica Isabel Ortigosa, responsable de Incidencia de InspirAction. “Río+20 es una oportunidad para plantearnos la legitimidad de este modelo y la necesidad de un cambio. Con campañas como Rumbo a Río, las organizaciones de la sociedad civil exigimos a los líderes mundiales que actúen ya para hacer realidad este cambio”.
El patrón de consumo tradicional de la población de los países ricos y de las clases medias de los países en desarrollo provoca gran parte de la degradación de los recursos naturales que se dan en el mundo. Nuestro planeta es cada vez un lugar más hostil para millones de personas en todo el mundo, especialmente los más pobres, que son los que más sufren el impacto del deterioro del medio ambiente. El 20 % más rico de la población mundial consume el 80 % de los recursos. Actualmente estamos utilizando un 50 % más de recursos naturales de los que la Tierra puede soportar, con impactos devastadores sobre la naturaleza y el acceso a la alimentación, el agua, la tierra y la energía.
“Cada vez más, asistimos impotentes a una apropiación de los recursos naturales por parte de los países ricos, de la población rica de los países en desarrollo y de las empresas privadas”, indican desde InspirAction. “El control del agua, de los bosques, de la pesca, de los minerales y de los combustibles fósiles, está cada vez en menos manos. Esto está produciendo un impacto desolador sobre las personas más pobres y sobre el planeta”.
Paradójicamente es a este estilo de vida consumista al que aspiran muchas personas pobres, porque parece que ofrece un nivel de vida y bienestar al que todos deberían tener acceso.
Si queremos alcanzar la equidad en un mundo limitado implica cambios drásticos en el estilo de vida no podemos dejar pasar oportunidades como la próxima Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, que se celebrará en Río de Janeiro a partir del 20 de junio, si quiere avanzar hacia un cambio social que reduzca nuestra huella ecológica, apoyando a los países más pobres a desarrollarse con un modelo bajo en carbono y respetuoso con el medio ambiente.
Artículo cortesía de InspirAction
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