Es una zona muy despoblada aunque es la comarca de mayor tradición turística de toda la provincia de Salamanca. Contiene toda una serie de poblaciones serranas de enorme valor monumental, unos parajes de gran valor paisajístico, rica en folclore, artesanía y gastronomía tradicional.
La sierra pertenece al Sistema Central. Es un medio montañoso con valles de diversos ríos poblados de grandes masas boscosas, un terreno elevado sobre la meseta norte donde acaba la llanura salmantina, con toda una serie de cumbres entre las que destaca la Peña de Francia con 1723 m de altitud, en la cima se sitúa el santuario mariano más alto del mundo, un repetidor de RTVE y un mirador. El punto más elevado de la sierra es el pico de La Hastiala de 1.735 m. También son reseñables la Mesa del Francés con 1.638 m, y el Pico Robledo con 1.614 m. La Sierra es atravesada por el recorrido de varios ríos, entre los que destacan el río Francia, que da el nombre a la sierra, y el río Alagón.
LA PEÑA DE FRANCIA
LAS BATUECAS Y EL PUERTO DEL PORTILLO
La ausencia de documentos escritos hasta finales del XVIII sobre las Batuecas y su adscripción geográfica a una de las comarcas más aisladas de España, contribuyeron a forjar una visión legendaria y mítica, ampliamente difundida por la literatura y la tradición popular.
Está catalogada como Zona de reserva del Parque Natural de las Batuecas, además de constituir, una zona de especial Protección de las Aves.
El nombre de La Alberca procede de la palabra hebrea "baraka", combinada con el artículo árabe "al", el nombre Al-Beneka significa lugar de aguas.
El valle, aunque dependiente de la provincia de Salamanca, tiene su acceso natural por la alquería hurdana de Las Mestas, donde el río Batuecas se une al río Ladrillar. El convento carmelita del Desierto de las Batuecas dista sólo cinco kilómetros de esta población, mientras que son 12 los kilómetros que lo separan de La Alberca.
La Alberca es un pueblo litúrgico y tradicional. El marcado espíritu religioso durante siglos configura el carácter albercano que se proyecta en expresiones de ritos para toda su vida, tiene ritos para nacer, ritos para vivir y ritos para morir. La manifestación visual del rito se ha ido forjando durante siglos, por una parte en manifestaciones costumbristas y por otra en manifestaciones arquitectónicas, que es lo que les queremos contar.
Sólo hay que caminar por las calles de La Alberca y los alrededores para ver manifestaciones religiosas grabadas en piedra, quizás por el anhelo del hombre de permanecer en la memoria de los vivos cuando los que lo hacen ya no están, o quizás para recordarse así mismos y a los demás que el sentimiento religioso está presente.