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viernes, 3 de septiembre de 2010

RUTA POR LAS BATUECAS Y SIERRA DE FRANCIA







La Sierra de Francia es una comarca de la Provincia de Salamanca, en España, situada en el sur de la provincia a unos 70 km de la capital de provincia, limitando al sur con la comarca de Las Batuecas, en el norte de la Provincia de Cáceres; al norte con la comarca del Campo Charro y al este con la Sierra de Béjar.
Es una zona muy despoblada aunque es la comarca de mayor tradición turística de toda la provincia de Salamanca. Contiene toda una serie de poblaciones serranas de enorme valor monumental, unos parajes de gran valor paisajístico, rica en folclore, artesanía y gastronomía tradicional.
La sierra pertenece al Sistema Central. Es un medio montañoso con valles de diversos ríos poblados de grandes masas boscosas, un terreno elevado sobre la meseta norte donde acaba la llanura salmantina, con toda una serie de cumbres entre las que destaca la Peña de Francia con 1723 m de altitud, en la cima se sitúa el santuario mariano más alto del mundo, un repetidor de RTVE y un mirador. El punto más elevado de la sierra es el pico de La Hastiala de 1.735 m. También son reseñables la Mesa del Francés con 1.638 m, y el Pico Robledo con 1.614 m. La Sierra es atravesada por el recorrido de varios ríos, entre los que destacan el río Francia, que da el nombre a la sierra, y el río Alagón.
Su riqueza medioambiental le hizo merecedor del nombramiento de gran parte de su territorio como Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia en 1978. Además de Parque Natural le acaba de ser reconocido también el título de "Reserva de la Biosfera" junto con la Sierra de Béjar.

LA PEÑA DE FRANCIA





LAS BATUECAS Y EL PUERTO DEL PORTILLO

El Valle de las Batuecas se encuentra situado entre las provincias de Salamanca y Cáceres. La mayor parte del territorio pertenece al término municipal de La Alberca, si bien la parte baja forma parte del municipio de Ladrillar. La alquería hurdana de Las Mestas está enclavada en la confluencia del río Batuecas y el río Ladrillar.

La ausencia de documentos escritos hasta finales del XVIII sobre las Batuecas y su adscripción geográfica a una de las comarcas más aisladas de España, contribuyeron a forjar una visión legendaria y mítica, ampliamente difundida por la literatura y la tradición popular.

Está catalogada como Zona de reserva del Parque Natural de las Batuecas, además de constituir, una zona de especial Protección de las Aves.



LA ALBERCA

El nombre de La Alberca procede de la palabra hebrea "baraka", combinada con el artículo árabe "al", el nombre Al-Beneka significa lugar de aguas.

El valle, aunque dependiente de la provincia de Salamanca, tiene su acceso natural por la alquería hurdana de Las Mestas, donde el río Batuecas se une al río Ladrillar. El convento carmelita del Desierto de las Batuecas dista sólo cinco kilómetros de esta población, mientras que son 12 los kilómetros que lo separan de La Alberca.


La Alberca es un pueblo litúrgico y tradicional. El marcado espíritu religioso durante siglos configura el carácter albercano que se proyecta en expresiones de ritos para toda su vida, tiene ritos para nacer, ritos para vivir y ritos para morir. La manifestación visual del rito se ha ido forjando durante siglos, por una parte en manifestaciones costumbristas y por otra en manifestaciones arquitectónicas, que es lo que les queremos contar.
Sólo hay que caminar por las calles de La Alberca y los alrededores para ver manifestaciones religiosas grabadas en piedra, quizás por el anhelo del hombre de permanecer en la memoria de los vivos cuando los que lo hacen ya no están, o quizás para recordarse así mismos y a los demás que el sentimiento religioso está presente.

martes, 17 de noviembre de 2009

LAS SIERRAS Y SUS SECRETOS

Las Sierras de Cañaveral son un conjunto montañoso formados por la Sierra Chica, La Sierra Grande y la Sierra de Arco. Las dos primeras se encuentran separadas por el Puerto de la Viñas o como localmente se conoce como “camino del caño”. Son grandes desconocidas por la gran mayoría de los cañaveraliegos y turistas que aún no han pisado por alguna de sus veredas, caminos o sendas durante su vida, y que es un auténtico tesoro ecológico, faunístico y botánico a pesar de quedar arrasado en el verano de 2006, pero la Naturaleza es sabia y se abre camino ante tales desastres.


A cualquiera que se le pregunte por las Sierras de Cañaveral, responderán que las sierras son eso, un accidente orográfico más de los que vertebran y atraviesan la Comunidad Extremeña con sus dos Peñas o cotas más altas: El Cancho de la Silleta con 826 metros de altura y la Peña del Aguila con sus 753 metros de altitud. Para otros, es más que un canchal solitario, aburrido y mudo, cuando una mañana temprano o una tarde en cualquier época del año, uno se pone las botas de campo, coge la mochila y los prismáticos y nos ponemos a andar (o hacer senderismo o trekking como se dice ahora) por cualquiera de sus caminos o pistas que recorren la sierra en sus distintas direcciones. No perdiendo de vista en camino por donde transitamos, podremos ver con bastante facilidad las huellas de mamíferos y aves que habitan en éstas, para ello es aconsejable llegar consigo un cuaderno de campo bien documentado con las huellas, señales y marcas que dejan los habitantes de estos lugares en el suelo, los árboles o cualquier otro lugar. Una muy buena guía es Mamíferos de España, cuyo autor es el reconocido y prestigioso biólogo Juan Carlos Blanco.

No tendremos que haber recorrido una gran distancia para toparnos con las huellas y señales de Jabalíes, Ciervos, Corzos, Zorros, Liebres o Conejos, he incluso con algo más de fortuna los podremos ver en vivo y en directo. Pero si realmente ese es nuestro día de suerte, podremos ver impresas en un arenal o en alguna zona de suelo blando las pisadas de un Gato Montés, de una Garduña o de alguna Jineta. O quizás de algún Tejón, Turón o Meloncillo siempre y cuando sepamos diferenciarlas con cierta precisión y fiabilidad.




En nuestro paseo no todo se encuentra grabado en el suelo o en los árboles, también hay que prestar atención al cielo porque aquí será donde mayor número de especies veamos, la avifauna que habita es nuestra vecina sierra. Los prismáticos nos permitirán la perfecta observación y nos harán ver lo lejano al alcance de nuestras manos, como por ejemplo, la silueta de las grandes rapaces del bosque mediterráneo como son el Buitre Negro y el Leonado o el Águila Real que suelen volar a bastante altura aprovechando las corrientes térmicas para utilizar el mínimo de energía en su habitual vuelo en busca de comida. Son las Sierras de Cañaveral lugar de paso, pitanza, cazaderos e incluso reproducción de estas grandes rapaces, y donde se pueden observar con relativa facilidad. Pero la lista de rapaces ibéricas no acaba ahí, ni mucho menos, también podremos ver en nuestro paseo Águilas Culebreras, Perdiceras, Calzadas, Alimoches, Ratoneros, Milanos Negros y Real, Cernícalos Primilla y Vulgar ( estos últimos más fácil de ver en el casco urbano de Cañaveral) y otras especies que se intuyen que están ahí y que rara ver se suelen ver como son los Gavilanes, Halcones o el Azor.

Tampoco nos debemos olvidar de la multitud de aves de pequeño porte o pajarillos que embellecen el monte mediterráneo con sus colores y sus cantos como son los Mirlos, Rabilargos, Oropéndolas, Ruiseñores, Mitos, Escribanos, Herrerillos, Carboneros, Petirrojos, Jilgueros, Verderones, Verdecillos, algunas especies de Zarceros, Aviones Común y Zapador, Alcaudón Común o Real, Arrendajos, Carpinteros y algunos córvidos como Cornejas, Urracas, Cuervos o Grajillas.


Realmente merece la pena un paseo por las Sierras de Cañaveral, ya sea por deporte u ocio, cuando te mueves por la falda de alguna de ellas o te encaramas en lo alto de un cancho en la Silleta o en Peña del Águila te das cuenta de la belleza de los paisajes y de todo lo que les rodea, sabiendo que en cada rincón de todo aquellos que miran y abarcan nuestros ojos hay vida, vida que se mueve de un lado para otro, que en ocasiones veremos en forma de pajarillo, de lagartija o de zorro e incluso de la aquella pequeña hormiga que a modo de escalada intenta trepar por nuestro pantalón para llegar a no se sabe que sitio.


Cuando uno ha caminado durante algún rato por algún rincón de las Sierras de Cañaveral se da cuenta que todo aquello que en la lejanía parece ser algo inmóvil, estéril y muerto, se mueve y tiene forma, forma de animal que va de un lado para otro por tierra o aire, dándole vida a lo que compone una gran casa para todos sus vecinos y que les permite mantener una serie de relaciones ecológicas y bióticas vitales para el mantenimiento del equilibrio dentro de un sistema. Esa casa no es otra cosa que el Ecosistema Mediterráneo.


El bosque y el monte mediterráneo hablan, nos dice y nos cuenta cosas, pero a su forma, en forma de huellas, señales, marcas, siluetas de aves,sonidos, cantos y trinos…querer escucharlo ya sólo depende de nosotros.

©Emilio J.Orovengua