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domingo, 16 de febrero de 2014

NATURALEZA CRUEL

Son muchos años ya andando, buscando, ruteando, observando y disfrutando la Naturaleza, la nuestra, la Ibérica y Mediterránea y cuando piensas que lo has visto todo, que en un lugar por donde has pasado 100 veces nada te puede sorprender, parece estático y aburrido en la lejanía, te encuentras poco más con la dura realidad  que acontece todos los días en la Naturaleza y de la crueldad y brutalidad con que ésta se manifiesta en un contexto de pura y dura supervivencia animal.


Algún lector de Naturablog tendrá que mirar varias veces la fotografía para conseguir descifrarla…

Muy de vez en cuando, te encuentras con imágenes que cuentan historias, que trasmiten y que hacen pensar al lector o al observador sobre qué habrá pasado para obtener este desenlace tan inusual. Una vez más, “Una imagen vale más que mil palabras”.

Es esta una de esas imágenes que hay que verlo para creerlo, porque de lo contrario, sin esta prueba gráfica, nadie te creería. Creo que nunca pensó ese Buitre Leonado que sus días acabarían haciendo o que llevaba haciendo desde que se emancipó de su nido, y menos,de ser comido mientras comes. La cruel y terrible historia que tuvo que vivir este Buitre Leonado, con su cabeza atrapada entre la mandíbula y la piel de un jabalí difunto, que entró, pero nunca volvería a ver la luz, sería de auténtico terror. Su cuello, azulado, facilita la autopsia aún no siendo un experto en la materia…literalmente murió asfixiado, pero ahí no acabaría todo ¿Lo devoraron antes de morir o estaba vivo cuando estaba siendo devorado? Entiendo que es una lacerante pregunta , pero es la que queda sin responder en todo este caso CSI.

©Emilio J. Orovengua  

jueves, 12 de junio de 2008

JABALÍ: EL GUERRERO DEL BOSQUE

Hablar del jabalí, es hablar de fuerza, valentía y poder.


El jabalí (sus scrofa) pertenece a la amplia familia de los Suídos, repartida por los 5 continentes, con polimorfismos entre sus distintos medios que han terminado su adaptación y aclimatación al medio.


Pero volviendo a los que nosotros podríamos denominar como “ cochino de campo”, no es más que un hermano silvestre de nuestro pariente el cerdo doméstico, eso sí, con numerosas variaciones que la naturaleza ha ido moldeando en su evolución. Su estampa, la de los grandes machos o verracos, es la de un gladiador, la de un luchador nato, todo un prodigio de la estampa viril. Su robusta y voluminosa cabeza se continúa con un corto pero poderoso cuello, que da paso a un sólido cuerpo cónico terminado en un pequeño y peludo rabo y apoyado sobre dos patas traseras, más bajas que las delanteras, que lo capacitan para un mayor empuje y potencia hacia delante.


Es la imagen de un guerrero, que no en vano, va armado con unos largos y afilados colmillos que pueden llegar a medir 22 cm de largo y que en el argot de cazadores, monteros y demás hombres de campo han sido acuñadas como “navajas”. También junto a estas temibles armas, una boca provista de 6 incisivos y 8 premorales. Su cuerpo está cubierto de un denso pelaje formado por recias cerdas superpuestas en su parte dorsal y que en los momentos de excitación se convierten en finas púas largas y erectas. Es un animal con una óptica muy deficiente lo que ha hecho que la evolución lo haya dotado de un finísimo oído y un excelente olfato. Su largo hocico desprovisto de borra por sus numerosas inclusiones en el suelo, termina en un jeta con unas fosas nasales sensibles y móviles. De igual modo ocurre con sus orejas, largas y semi-móviles, que le capacitan a este guerrero para la supervivencia en la angosta y hostil espesura del monte mediterráneo.


Es un animal de hábitos alimenticios nocturnos exclusivamente, a pesar de que en raras ocasiones se les haya visto deambular a la luz del día por el espeso matorral. Su menú lo componen un variado número de alimentos, ya que puede comer desde simples brotes o plántulas, hasta carroña y conejos, no desperdiciando setas, bulbos, raíces, musgos, líquenes, insectos, bellotas, frutos silvestres, reptiles, micromamíferos, etc. Esta extensa despensa de alimentos delatan su acusado omnivorismo, siendo capaz de llegarse a la boca cualquier sustancia orgánica viva o muerta. Su consecuente omnivorismo ha hecho que estos animales se acerquen a los vertederos urbanos para saciar su hambre con los detritos orgánicos de los humanos, siendo los jabalíes clientes habituales de los basureros.


El jabalí, al igual que el cerdo doméstico “tiene la cruz” de que debe estar siempre en contacto de una u otra forma con el agua, ya que estos animales carecen de glándulas sudoríparas que protejan su piel. Para ello, utilizan sus charcas o “bañas” donde se revuelcan de forma periódica para mantener una protección y una humedad en su piel. A su vez, estos baños de barro y lodo sirven al jabalí para desparasitarse de todos aquellos inquilinos ajenos a su voluntad.
Baña de jabalíes


A pesar de lo que muchos piensan, el jabalí es un animal tímido, aunque de carácter fuerte. Aunque se ha cuestionado muchas veces si los jabalíes son agresivos por naturaleza, yo dudo que utilicen esas poderosas defensas de las que he hablado antes a menos que se sientan amenazados, acorralados, heridos o en periodos nupciales. Y aunque su aspecto nos recuerde a los míticos monstruos de cabezas y cuerpos deformados por su increíble fiereza y maldad, nunca luchará a no ser que las condiciones las requieran. Como cualquier animal, incluido el Hombre, tiende a defender su territorio y a los suyos siempre que éste o éstos se vean amenazados. Un jabalí a pesar de su robusta anatomía, primero huye y, en el caso de que la huída no fructificara, después plantará cara a todo aquel que medie en su camino…

Grabación con un móvil de un Jabalí macho



©Emilio J. Orovengua 

lunes, 2 de junio de 2008

EL JABALÍ: SU ECOLOGÍA Y LA PIARA

La función ecológica de los jabalíes en los bosques mediterráneos es vital para la existencia de un equilibrio ecológico en el medio, aunque últimamente la desaparición de especies predadoras o competidoras de éstos está haciendo que, hoy en día, exista una superpoblación de estos suídos.

Por este motivo, principalmente, en parques y reservas naturales españolas se hacen periódicamente batidas y recechos para controlar su abundancia. Si tuviéramos que situar al jabalí en la cadena trófica o pirámide trófica ibérica, éste como buen omnívoro que es, estaría en un escalón intermedio entre los predadores carnívoros y los animales herbívoros. Pero en España tan sólo existe un carnívoro que se atreva con el jabalí adulto, y ese es el Lobo. Pero ya apenas hay lobos en la Península Ibérica, así pues, actualmente el lobo y el jabalí se encontrarían en el peldaño más alto de esta pirámide trófica.

En lo que concierne a la Piara, las jabalinas durante los periodos de crianza de la prole se muestran muy agresivas y supercelosas, y aunque su peso medio ronda los 60 ó 70 kilogramos, algunas viejas cochinas pueden llegar a alcanzar los 100 kilos y pueden ser tremendamente peligrosas. Su agresividad se pone de manifiesto cuando cualquier animal (incluido el hombre) se atreve ha agredir , atacar o predar a alguno de sus retoños, adquiriendo ésta una agresividad equiparable a la de los grandes machos y aunque sus defensas tienen un tamaño considerablemente menor, esto no quiere decir que el invasor acabe muerto o mal herido .

Los jabalíes se agrupan en piaras conformando dentro de éstas una jerarquía determinada. En cada piara existe una hembra de mayor edad y sus numerosos descendientes. Hasta los 2 años el jabalí no adquiere la madurez sexual, por lo tanto, pennanecerá en el seno de la piara hasta cumplir estos 2 años, así pues, la piara está constituida por varias hembras ( descendientes de varias generaciones ), lechones o rayones, bennejos (llamados así cuando a los 5 meses aproximadamente los rayones tienen un color rojizo) e individuos machos menores de 2 años.

Los grandes machos hacen acto de presencia esporádicamente en la época de celo, pudiéndose observar en estos periodos encarnizados combates acompañados de ruidosos gruñidos y violentos movimientos, que en ocasiones acaban con la vida de uno de los dos contendientes.

Tras aparearse con las hembras durante el periodo invernal, el verraco abandona la piara y mantiene un control periférico de su tenritorio. Después de 4 meses, en la primavera llegarán los partos de las jabalinas y el nacimiento de los lechones.

©Emilio J. Orovengua